En fila (casi casi) india esperaban brujas, zombies, calabazas e incluso Chuky. Poco a poco iban accediendo al gran salón de nuestra particular, y ya familiar, mansión del terror. Sentados en la improvisada alfombra esperaban entre risas que el espectáculo comenzara. Y puntualmente llegaban a la cita, Antolina y Antolín, los dos simpáticos personajes que nos acompañaron esta mañana lluviosa de octubre.
Así arrancaba nuestro tercer Halloween y, como cada vez somos más y más mayores, este año la mayoría de los peques estaban solos con nuestras supercuidadoras. Salvo los pequeñajos de tres años, que estaban acompañados de su papi/mami. Todos se portaron fenomenal y sólo se tuvieron que escuchar algunos schssssss durante la actuación
Antolina y Antolín nos llevaron de viaje por el mundo haciendo una parada especial en Transilvania desde donde nos contaron cuentos y nos enseñaron una canción con la que Antolín espanta los miedos, que dice así:
Voy caminando
Me gusta el castillo
Yo no tengo miedo
Escucha mi corazón
Popom popom popom
Antolín nos habló de Cucurucú, el duende de los cuentos, que se enfada cuando abandonamos un libro. Y dejó a todos los peques boquiabiertos con su cuento en blanco, ese que había perdido las palabras y las imágenes por dejarlo abandonado en el parque.
Se despidieron con ritmo, entre risas y aplausos, y dieron paso a un Taller que, en secreto y en silencio, habían ido preparando las colaboradoras. Dispusieron los brebajes mágicos en forma de témperas, con las miniescobas en forma de pincel y las máscaras blancas esperando los colores. Poco a poco las mesas se llenaron de manitas con muchas ganas de pintar y pintaron... por todas partes... las máscaras, las mesas, las manos, los trajes... en fin, que el negro riguroso dio paso a magníficos arco iris.
Y nos dieron las diez y las once... y la una y media. Se abrieron las puertas del gran salón y, con paciencia y un esqueleto, se fueron entregando los niños y niñas a cada familia.
Hay que agradecer, una vez más, la gran labor de la Comisión de Festejos por darnos otra oportunidad de disfrute para los niños. Por quitarse de su tiempo un rato grande en pos de los demás. También agradecemos a los padres por confiar en estas brujtas, por su comprensión y paciencia. Y por último, agradecer también a todos los colaboradores que de uno u otro modo, participaron en esta fiesta y ayudaron para que todo saliera a pedir de boca.
¡¡Ha quedado claro que Halloween es nuestro, pequeños!!
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